La creencia más compartida entre los
diferentes grupos de adolescentes y jóvenes, tiene que ver con la asociación,
según su opinión, entre el consumo de alcohol y las "consecuencias
positivas" que este proporciona. Entre estas destacan, según ellos
indican, una potenciación de la actividad psico-física (alegría, euforia,
superación de la timidez y retraimiento, mejoría del estado de ánimo, etc.),
posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos donde la
mayoría consumen.
En la medida que el alcohol
proporciona a los jóvenes una serie de efectos o consecuencias positivas, y el
joven los interpreta como un beneficio, dichos efectos se convierten en motivos
de consumo. La juventud, como regla general, no asocia el consumo de alcohol
con los problemas que de él pueden derivarse, ellos esperan del alcohol cambios
positivos globales (facilitador de expresividad emocional, y potenciador de las
relaciones sociales, etc.), y a la vez no creen que dicha sustancia tenga
consecuencias negativas, influyendo considerablemente en un mayor consumo
durante el fin de semana, donde las relaciones interpersonales se intensifican.
Por eso anticipar los "efectos positivos" y no las verdaderas consecuencias
negativas, conlleva a que se produzca un mayor consumo social.
Esta consideración positiva hacia el
alcohol, hace que se considere al mismo como una droga socialmente aceptada y
de amplia difusión, lo que hace que los adolescentes, en un amplio porcentaje,
no valoren el alcohol como una droga y no consideren su consumo como puerta de
entrada hacia la adicción a otras drogas, sin embargo hay varios estudios que
demuestran todo lo contrario y según los cuales es muy poco frecuente el uso de
cocaína o heroína, sin haber consumido anteriormente tabaco, alcohol o
cannabis.
En resumen, los motivos principales
que el mundo adolescente o juvenil usa para explicar el consumo de bebidas
alcohólicas son:
- Es un modo de "ponerse alegre", "alcanzar el punto".
- Forma de búsqueda de afiliación, con imitación de conductas, con consumo que a veces se impone desde el propio grupo de amigos en el que se participa.
- Presión social, a veces producida desde la publicidad.
- Desinhibición, superación de la vergüenza.
- El consumo actuaría como un modelo de imitación y expresividad de la edad adulta.
Hay
un tiempo normativo, el de los días laborables o de estudio, y un tiempo de
fiesta, pretendidamente no normativo, cuando en realidad es un traslado de la
normativa vertical de padres a hijos, o de profesores a alumnos, a otra
horizontal entre pares que puede ser aún más férrea. Un análisis de las revistas que leen los
jóvenes, programas de televisión que ven, conciertos a los que asisten, etc.
Nos
dice bien a las claras que sus referentes musicales son, en gran medida,
grandes consumidores de alcohol. En los programas de televisión de gran
audiencia, las asociaciones jóvenes, fiesta, gran consumo de alcohol y a veces
no sólo de alcohol, se da por supuesto, cuando no se magnifica, hasta tal punto
que el no consumidor queda como un raro o un aburrido. Muchas familias están
desbordadas e incapaces de entender lo que sucede. La mayoría reacciona, sea
crispándose, impidiendo de hecho toda comunicación en la familia; sea tirando
la toalla, de tal suerte que de familia no queda más que el nombre. Aunque en
un orden de importancia aparentemente menor, creo necesario señalar la
exclusión social que sufren los jóvenes varones en su acceso a un seguro para
conducir un coche hasta cumplir los 25 años. Resulta difícil trasladarles
principios de cumplimiento de las normas sociales, de mantener comportamientos
cívicos y responsables cuando, socialmente, se les margina en algo que es tan
vital para ellos en esas edades.
Referencia:
http://www.saludalia.com/vivir-sano/alcohol-y-jovenes
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