lunes, 31 de diciembre de 2012

Alcoholismo de fiestas, sábados y domingos



Alcoholismo de fiestas, sábados y domingos



campusmexico.mx
  

Las fiestas son la ocasión que los mexicanos aprovechan para consumir bebidas alcohólicas, pero hay muchos que no dejan pasar los fines de semana para empinar el codo. Los datos recogidos por los encuestadores apuntan que 65.7% de los jóvenes de entre 18 y 29 años afirman que bebe en ocasiones especiales. Pero casi una cuarta parte de los entrevistados aceptó que toma alcohol los fines de semana, 0.5% dice que lo hace entre semana y 2.5% reconoció que toma cualquier día.
Entre los mayores, de 30 años o más, las cosas no son tan diferentes: 14.5% dijo que bebe los fines de semana, 1.3% que sólo lo hace entre semana, 2.5% que cualquier día y 61.9% que únicamente en ocasiones especiales.
Un 4.6% de los jóvenes afirmó que nunca consume bebidas alcohólicas, 15.2% de los mayores de 30 declaró que es abstemio. Un 4% no contestó o dijo que no sabe cuando le preguntaron.
Sin pensarlo dos veces, un niño se toma una cerveza en la fiesta. Y ve su efecto: está más relajado, habla fluidamente, se atreve a acercarse a esa niña tan bonita. Lo encuentra rico y consume en situaciones sociales.
La mayoría queda ahí, pero alrededor del 10% se transforma en alcohólico. Aunque en las últimas décadas ha variado la definición de esta enfermedad, existen dos conductas que definen esa condición. Un joven es alcohólico cuando necesita tomar todos los días o cuando se emborracha cada vez que toma porque no tiene capacidad de parar.
La importancia de la genética:
Pero el componente genético, también es determinante. Estudios norteamericanos han comprobado que el cerebro de ciertas personas convierte el alcohol en una sustancia química de gran dependencia.

El cuerpo humano transforma el alcohol en acetaldehído, sustancia muy tóxica, que, luego de un proceso químico, felizmente se elimina como dióxido de carbono y agua. En personas genéticamente predispuestas, en cambio, una pequeña cantidad del venenoso acetaldehído no es eliminada y se va al cerebro donde se convierte en productos que pueden causar dependencia. Esta sustancia, la misma que produce el cerebro con la heroína, es un sedante de fuerte grado de adicción, por ejemplo. Su cerebro va guardando esta sustancia hasta que, en algún momento de la vida, se transforma en alcohólico.
 No se sabe por qué a algunos les ocurre jóvenes y a otros, ya jubilados. Lo cierto es que esa persona se siente impulsada a beber aunque sabe que se está dañando. Pierde el control sobre su consumo y el dejarlo trae síntomas de abstinencia, como ansiedad y temblores. Está enfermo.
El papel de la familia: la fuerza de los antecedentes.
El 95% de los pacientes tiene un familiar alcohólico. No se trata de que esté botado en la calle. Sólo con "necesitar" un trago a las ocho de la noche todos los días, ya se es adicto.
Enseñar a tomar desde chico: la gran mentira
Con estos descubrimientos se echa por tierra la idea de "enseñar a tomar". En muchas familias se sirve a los niños un poco de vino u otro trago para que "aprendan". Esto hará que les guste, tomen y, sin saberlo, acumular esa sustancia nociva.
Antes el control social era más fuerte. No había tanto acceso al alcohol, ni plata y era mal visto emborracharse. Ahora es más fácil. Por eso es importante tener presente que, por genética, unos tienen mejor "cabeza" que otros. Mientras más tarde "aprendan a tomar", mejor.
Con solo dos latas de cervezas se puede manifestar alegría, un juicio algo menor y una menor concentración con una conducta de deshibición social y una mayor tiempo de reacción frente a los estímulos , además los movimientos se hacen mas torpe y hay un menor campo visual. Si uno mide la concentración de alcohol en la sangre la cifra nos da entre 0.5 a 1 gramo por /00

 referencia:

http://campusmexico.mx/2012/03/14/alcoholismo-de-fiestas-sabados-y-domingos/

¿Qué se puede hacer en el alcoholismo?

                                                                                         lanacion.com.ve



      

¿Qué se puede hacer en el alcoholismo?



Reconoce el problema. Muchos hijos de padres alcohólicos intentan proteger a sus padres ocultando el problema. Admitir que uno de tus progenitores tiene un problema —a pesar de que él no lo haga— es el primer paso para tomar el control de la situación. Empieza contándoselo a un buen amigo, a un profesor o un consejero. Si no te sientes capaz de contárselo a alguien que conoces, llama a una organización de apoyo como Al-Anon y Alateen (disponen de un servicio de atención telefónica permanente en el número 1-800-344-2666) o busca ayuda en Internet.

Mantente informado. Ser consciente de cómo te afecta el problema de tu progenitor con el alcohol te ayudará a ver las cosas en perspectiva. Por ejemplo, algunos jóvenes que viven con adultos alcohólicos tienen miedo de decir lo que piensan o demostrar cualquier enfado normal u otras emociones porque temen desencadenar la conducta de beber en el alcohólico. Recuérdate que no eres responsable de que tu progenitor beba demasiado y de que no puedes provocar ni detener ese comportamiento.

Identifica tus propias emociones. Cuando experimentes emociones como el enfado o el resentimiento, intenta identificarlas. Habla con un amigo cercano o escribe sobre cómo te sientes. Aceptar cómo te hace sentir el problema que tiene tu progenitor con la bebida puede ayudarte a no ocultar tus emociones ni a simular que todo va bien.
Aprende estrategias de afrontamiento saludables. Cuando uno crece rodeado de gente que se refugia en el alcohol u otras formas no saludables de afrontar los problemas, esas personas se convierten en sus ejemplos. Observar nuevos modelos de afrontamiento puede ayudarlo a aprender estrategias saludables y formas adecuadas de tomar decisiones.

Tus entrenadores, tus familiares -como un tío o un progenitor no sea alcohólico-, tus amigos y tus profesores, todos tienen que afrontar cosas como la frustración y la decepción. Observa cómo lo hacen. Los consejeros escolares pueden ser un estupendo recurso en este tipo de situaciones. La próxima vez que tengas un problema, pide ayuda a alguien de confianza.

Busca apoyo. Es bueno que compartas tus emociones con un buen amigo, pero es igual de importante que hables con un adulto de confianza. Tus consejeros escolares, tu profesor favorito o tu entrenador podrían ayudarte. Algunos jóvenes acuden al delegado de la Educación contra las drogas y el alcohol de su centro de estudios. Otros prefieren hablar con un pariente o con los padres de un buen amigo.
Puesto que el alcoholismo es un problema ampliamente extendido, varias organizaciones ofrecen grupos de apoyo de carácter confidencial y reuniones para personas que viven con alcohólicos. 

Alateen es un grupo creado específicamente para gente joven que vive con adultos que tienen problemas con la bebida. Alateen también ayuda a los jóvenes cuyos padres ya han iniciado el tratamiento y/o están en proceso de recuperación. El conocido grupo Alcohólicos Anónimos (AA) también ofrece apoyo a personas que viven con alcohólicos.

Detén el ciclo. Los jóvenes que son hijos de alcohólicos están expuestos a un mayor riesgo de volverse alcohólicos. Los científicos creen que esto obedece tanto a la genética como al ambiente en que se creían estos niños. Por ejemplo, pueden empezar a beber como forma de evitar el miedo, el aburrimiento, la ansiedad, la tristeza u otras emociones desagradables. Entender que podría haber un problema y encontrar a adultos y compañeros que podrían ayudarte sería la mejor forma de reducir el riesgo a que desarrolles problemas con la bebida.


El alcoholismo es una enfermedad. Puedes expresar amor y apoyo a un ser querido pero nunca podrás poner fin a sus problemas con la bebida. Hablar sobre el problema, buscar apoyo y elegir formas saludables de afrontar los problemas son elecciones que puedes hacer para sentir que controlas más la situación. Y, por encima de todo, s¡ no te des nunca por vencido.


Referencia:

kidshealth.org/teen/en_espanol/mente/coping_alcoholic_esp.html